sábado, 23 de noviembre de 2013

Canciones...

Canciones que te transportan a lugares, lugares que te transportan a recuerdos, recuerdos que te transportan a personas, personas que te transportan a risas, miradas, palabras, olores....

Te mandan corrientes eléctricas a todo tu cuerpo, te llenan, te vacían, te alivian, te duelen.

Ese transporte que parece más una montaña rusa que un viaje tranquilo. Un viaje que anhelas por hacer sentado y observar desde tu asiento, a través de tu cristal, un viaje en el que sólo seas el mero espectador...Pero recuerden que tantos anhelos y tantas suplicas se quedan en el olvido.

Cuando empieza el viaje, ya no hay vuelta atrás, sientes eses nudo en el estómago, el de la anticipación, el del miedo, el de la esperanza, el del dolor, el de la felicidad. Ahora sólo te queda agarrarte fuerte y esperar que la lanzadera salga, y que el viaje sea rápido. Aunque en el fondo sabes que no querrás que termine.

Comienza el viaje, y ves el principio del "recorrido", ves el amor, ese amor incondicional, el amor de una madre y de un padre que ven por primera vez lo que para ellos es su perfecta creación, ves la infancia, la felicidad sin límites ni porqués, la ingenuidad, la falta de amargura, las travesuras, las risas, los juegos con tu hermana, el carácter intransigente que adquiriste, la rebeldía de quien no entiende lo que es la peligrosidad, ves las noches que pasaron en vela porque tenías miedo, la alegría de que alguien llegara a tu vida, ves los momentos de diversión que has pasado, ves como llegaste a la meta muchas veces, ves como sigues luchando cada día, y te sientes estúpidamente valiente y fuerte, es tan simple, todo lo que ves es felicidad, de esas que marcan durante toda una vida.

Pero el viaje continúa, aunque queramos quedarnos en ese tramo, el vagón no para. Y lo siguiente que ves es ese hermoso remolino, que sabes que te va absorber. "No tengas miedo", te repites una y otra vez, aunque sabes que es imposible no tenerlo. A medida que te acercas ves que el remolino trae consigo lluvia, una lluvia tormentosa, y sabes perfectamente que son todas las lágrimas que derramaste en el camino. Y es ahí cuando desearías estar en tu asiento y ver la tormenta a través del cristal, pero ya no hay tiempo para volver atrás. Cierras los ojos, pero algo en ti te dice que los abras, al fin y al cabo son tus recuerdos.

Y es entonces cuando sientes caer la primera gota sobre tu cara, y cuando por fin abres los ojos, ves nubarrones, nubarrones que esconden el secreto de un corazón roto. Y te ves aprendiendo a caer y a levantarte, y en ese momento la tormenta enfurece y te ataca con una fuerza que nunca antes habías sentido. Ves el dolor que sientes cuando alguien que quieres se deja morir sin razón, ves el dolor que te causó querer demasiado, ves el dolor que es no sentirse aceptada, el dolor de ser diferente, el dolor de una traición, el dolor que sentiste al hacerte daño a ti mismo, el dolor de dejarte morir, el dolor que causaste a los demás, el dolor de no alcanzar la meta a tiempo, el dolor de la desilusión, el dolor más grande que has sentido, el dolor de la pérdida.

Si fuera solo verlo, pero al verlo te caen esas horribles gotas encima, acompañadas del viento más helado que has sentido nunca, del silencio que siempre llega tras una tormenta. Y solo ruegas que por favor el viaje termine ya, que acabe todo...

Y cuando estas tan exhausto, que estas dispuesto a abandonar la lucha contra esa horrible tormenta, todo pasa, todo termina, pero vuelve el silencio. ¡Maldito silencio que corta la piel y el corazón de una sola vez!

Pero ya no hay más lluvia, abres los ojos y al final del viaje te ves a ti mismo, de pie mirándote fijamente, a los ojos, y tendiéndote la mano. Al principio no entiendes que es lo que pasa, pero entonces como si una bala fuera directa a tu corazón lo entiendes.

Sólo tú tienes el poder, tú eres quien decide si quedarte anclado en los recuerdos de la tormenta, quedarte anclado a los recuerdos del camino "feliz" o crear nuevos recuerdos y hacer ese camino mucho más grande.

Parece fácil tomar una decisión, pero no lo es, lo sé. Y entonces, miras hacia atrás, y decides crear un camino nuevo, pero también decides que hay recuerdos que te quieres llevar contigo, que quieres que te acompañen por siempre, aunque a veces duelan. Y coges la mano de quien te la tiende, que no eres más que tú mismo. Agarras tu mochila de recuerdos y comienzas a labrar tu nuevo camino....

P.D. Me ha costado tanto escribir esto, cada frase de este post se ha llevado con ella una lágrima. No sé si alguien lo leerá pero si lo hace, solo espero que entienda cada una de mis palabras, palabras que han salido de lo más profundo de mi alma.

Ahora, solo me queda decir, respira, SOLO RESPIRA.

domingo, 17 de noviembre de 2013

Sin dormir

Escribo este post con solo 5 horas de descanso encima, por eso no se tomen al pie de la letra lo que vaya a escribir, porque seguro que será mi inconsciencia que duerme plácidamente y me manda su sueños a través de estas manos que escriben.

Durante estos tres días han pasado muchas cosas, cosas que no dejan de bagar por mi mente libremente. Cosas que están acompañadas de imágenes que quiero borrar y no volver, ni a vivir, ni a ver.

Siempre hablo del camino de la vida, y hoy más que nunca lo tengo presente. Presente porque a veces es el camino más injusto y duro que puede existir. Hoy pienso que hay cosas por las que uno no debe pasar...

Decir adiós es duro, todos lo sabemos, pero más duro es dar un adiós definitivo. Esa clase de despedidas son desgarradoras, te invaden el cuerpo, te paralizan, no te dejan actuar, es el dolor quien invade cada célula y poro de tu piel. No puedes hacer nada, simplemente esperar a que se pase y que el recuerdo de ese adiós se haga menos doloroso con el tiempo.

Creó firmemente que aunque no volvamos a ver a alguien, siempre estamos y estarán con nosotros. Porque cuando quieres a alguien forma parte de tu corazón, y eso siempre va a estar contigo, te va a acompañar hasta que de su último suspiro. Ese suspiro que se lleva con él toda una vida.

Seguramente este muy cansada como para poder decir algo más bonito o algo que alivie un poco más el dolor. Pero hoy me voy dejando una frase que me vino a la cabeza cuando su último suspiro llegó:

"Y cayó, como la hoja de aquel árbol al que tanto amaba"