viernes, 1 de agosto de 2014

Cuentos

Hoy les contaré una pequeña historia, que espero que les guste...

Erase una vez una chica que desde hacía tiempo no veía el mundo de la misma manera que los demás. Desde hacía más tiempo aún, había dejado de creer en el amor y en lo que ello conlleva.

Esta chica iba por el mundo perdida, buscando un lugar donde poder encontrarse bien, un lugar donde los demás vieran el mundo como ella. Caminó, caminó y caminó y creyó encontrarlo.

Llegó al mundo de las historias, allí sintió, por primera vez en demasiado tiempo, que había encontrado su lugar. Por supuesto no todos eran como ella, pero eso ya daba igual, porque en ese mundo existía algo que unía a todos los que allí habitaban.

A pesar de la felicidad que le trajo ese nuevo mundo, ella siempre supo que estaba incompleta, que había algo en ella que en algún momento se rompió, que ayudaron a romper. Pero se resignó a que eso fuera así, se repetía una y otra vez que no se podía tener todo en la vida y sin que nadie lo supiera se resignó a vivir así. Creyendo que nunca volvería a encontrar esa parte que se llevaron, que le arrancaron.

Vivió 3 años en ese magnífico mundo lleno de historias, siendo feliz y también algunas veces infeliz. Pero aún así sentía que había encontrado un lugar seguro en el mundo.

Y como en todas las historias que se han contado, que se cuentan y en las que están por contar, apareció un chico. No es que apareciera, estaba ahí, pero ella no estaba preparada para verlo. Hasta que un día sus caminos se cruzaron. Y lo vio, realmente lo vio.

En ese momento, de los rescoldos que había dejado de una antigua hoguera empezaron a brotar estelas de humo, que luchaban como nunca por volver a convertirse en el fuego intenso que fueron.

La chica asustada por el recuerdo de la última hoguera intentó huir, apagarla, extinguirla, arrancarla de ella por y para siempre. Pero como sabemos, por mucho que se luche contra el fuego, este siempre termina ganando.Cuando menos quiso darse cuenta, la hoguera ardía con todas sus fuerzas, con tanta furia que le quemaba el pecho.

Ya era demasiado tarde, y se dio cuenta por primera vez que ya no estaba incompleta, que lo que un día se llevaron había vuelto a ella. Estaba viva.

Y sin quererlo ni buscarlo el fuego encontró refugió y al hacerlo ardió como nunca, las llamas consumieron todo a su paso, no había lugar para nada más que no fuera dejar a las llamas sucumbir.

Cuando dejó que esa sensación la envolviera de nuevo, ya no hubo vuelta atrás, sucumbió al fuego, a la pasión, a las caricias, a los besos, a las miradas que salen del alma, al fin y al cabo sucumbió a la forma más primitiva del amor...

Y después de eso, supo que nada volvería a ser lo mismo, había decidido dejarse amar y, lo más importante de todo, se había permitido volver a hacerlo ella...

Esta historia la he escrito mientras escuchaba el disco de Camila (Todo Cambio), así que gracias chicos por ayudarme a expresar lo que estaba en mi pecho, y gracias por hacer que mientras lo hacía las lágrimas corrieran por mis mejillas... <3

Besitos de mil colores